¡¡Muy serrin@s días!! Estamos todavía con la resaca navideña y en Serrín ya pensamos en el Carnaval, en nuestro Entroido. Hoy queremos adelantarnos a esta celebración con esta receta muy típica gallega: las filloas.
Empezó a hablarse de filloas allá por la época de los Romanos, pero los celtas ya incluían en su dieta preparaciones similares. Pueden hacerse de mil formas diferentes, con leche (la más habitual), caldo de cocido e incluso, aunque a algunos les cueste creerlo, con sangre de cerdo.
A la hora de ponerlas en la mesa, se les suele echar azúcar, pero están buenísimas con miel, chocolate, helado, frutas, nata... Nosotros las preferimos con un caramelo a base de vino albariño. Eso, si las queréis disfrutar como postre. Pero no dejéis de probarlas con embutido, jamón o queso fundido, como por ejemplo con nuestro San Simon de Prestes.
Ingredientes:
400 ml de leche entera Casa Vidal
100 ml de agua
3 huevos camperos Vilane o Campomayor
200 g de harina de la Panadería Vidal
un pellizco de sal
1 cucharada sopera de azúcar
1 trozo de tocino de Serra do Larouco
Para la salsa:
1 Vaso de Vino Albariño según vuestro gusto
3 Cucharadas de azúcar
Preparación:
Para empezar, debemos mezclar en un vaso de batidora los huevos, junto a la leche, el agua, la sal y una cucharada de azúcar. Mezclamos bien, y poco a poco vamos añadiendo la harina (a través de un colador para que no se formen grumos) y seguimos batiendo para que nos quede una masa homogénea y relativamente líquida. Eso será a vuestro gusto. Si queda demasiado espesa, es más difícil de trabajar en la sartén. La masa agradece el reposo en un lugar fresco; hay gente que la prepara la víspera y la deja toda la noche en la nevera. Es cuestión de costumbres. Si la dejáis reposar una hora, ya notaréis que la mezcla se queda más cremosa.
Calentamos la sartén a fuego medio-alto y con el tocino pinchado en un tenedor la engrasamos (podéis hacerlo con aceite, pero el auténtico sabor de las filloas solo lo encontraréis con el tocino). La cantidad de masa dependerá de si os gustan más finas o más gruesas, de la consistencia de la mezcla, del tamaño de la sartén... tendréis que hacer pruebas hasta que encontréis el punto. Una vez puesta la masa en la sartén, la movemos en círculos para que se extienda la masa por toda la superficie. La dejaremos hacerse a fuego medio hasta que los bordes se despeguen solos de la sartén, entonces con un tenedor o una espátula le damos la vuelta y la dejamos un poco más para que se haga por el otro lado. Truco personal: para saber cuándo está lista por el otro lado movéis la sartén hacia adelante y hacia atrás y, si se mueve sin problema, está lista. Una vez fuera del plato, las apilamos unas sobre otras (las que vayáis a comer con azúcar, ponedlas a parte y espolvoreadlas según salgan del fuego).
Ahora os explicaremos como caramelizamos el vino. Primero añadimos el vino en un cazo y lo dejamos reducir, lo justo para que se evapore el alcohol (esta salsa es apta para todos los públicos). Una vez reducido, añadimos el azúcar, siempre en la proporción 1 vaso/3 cucharadas y lo dejamos que se mezcle bien a fuego lento, hasta espese. Y ya está, sencillísimo y delicioso.
Un plato rico, rico para disfrutar cuando más nos apetezca, Serrin@s.
¡Hasta la semana que viene!
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